Hay palabras y personas que son luz, que nos dan la esperanza para continuar creyendo (y creando) que un mundo mejor es posible. Y tú Claudia, eres es una de ellas. Claudia, la esperanza eres tú.
Querida Claudia:
Hoy vuelvo a saber de ti a través de las letras que le dedicas a tu médica. Te leo y se me rompe el alma. Y a la vez, se me llena de luz, me invade una sensación de esperanza que me embriaga. Quiero llorar y sonreír a la vez. Siento mi corazón conectado con el tuyo por unos hilos invisibles: los de las experiencias compartidas, los de la sensibilidad, el arte y los de las ganas de cambiar el mundo, a base de amor, empezando por el propio. De alguna manera me veo reflejada en tí y siento también el reflejo en tus palabras de muchos jóvenes a quienes veo sufrir.
Tuve la suerte de conocerte hace ya bastantes años. Compartí tardes contigo en experimentARTE, (unos talleres de experimentación con el arte que desarrollé en un pequeño pueblo de Asturias antes de que todo esto de las actividades de experimentación artística se pusieran de moda por aquí). Yo era muy joven y tú, aún lo era más. Yo ya soñaba con crear un mundo mejor, igual que lo haces tú.
Con poco más de una década de vida, mirabas al mundo en silencio, con ojos grandes, escrutadores. Eras, sin duda, era una niña especial, sensible y con luz propia. Cualidades que han dado paso a la mujer que asoma, a la gran persona en la que te estás convirtiendo, que ya eres. Y que por fortuna nos dejas ver a través de tus palabras.
Si bien es cierto que las grietas son el lugar por el que entra la luz, romperse, abrirse en canal para pasar de crisálida a mariposa, no siempre es tarea fácil, a veces es dolorosísimo y desgarrador. Y, después de vivir el proceso de transformación, tener el coraje y el aplomo de exponerlo, tampoco lo es: esta carta a corazón abierto nos muestra la valentía de una joven mujer que expone sus heridas para contribuir a cambiar el mundo. Y eso, Claudia, te honra. Nos hace ver que la esperanza eres tú. Y la suma de otras voces que, como la tuya, nos dejen saber lo que verdaderamente importa y nos ayuden a caminar hacia un lugar mejor.
Tal como tú dices “Falta mucho, pero queda poco”
No sé si conoces esto:
Existe una técnica centenaria japonesa, Kintsugi (‘reparación dorada’), que consiste en arreglar la fracturas de la cerámica con oro. Este arte japonés forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones son parte de la historia de un objeto, y defiende la reparación como fórmula para poner en valor las fracturas, que deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además de hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.
¿Sabes? Yo estoy convencida de que somos quienes somos por nuestros logros, y lo somos también por la capacidad que tenemos de rompernos y volvernos a construir. Hace poco hablaba de un proyecto que estoy gestando “las cicatrices por fuera”. Mostrar nuestras cicatrices puede parecer que nos vulnera, pero lo que parece debilidad, cuando nos ha servido de aprendizaje, nos hace más fuertes, se convierte en nuestro superpoder.
Estoy de acuerdo contigo: hace falta una salud mejor, y también una educación mejor. Hace falta que abramos los ojos y los corazones y que miremos y que veamos a quienes tenemos cerca. Sostener el dolor ajeno no resulta fácil, porque la mayoría de nosotros no hemos aprendido a sostener el nuestro. Vivimos huyendo de nuestros fantasmas y nuestros miedos. Mirarles a la cara, nos ayuda a estar presentes. Y tú, con tus palabras, nos das esperanza, nos haces ver que es posible.
No me canso de decir que lo emocional es tarea urgente. Me duele de forma visceral ver continuamente a jóvenes que sufren tanto. Me desgarra. Quizás, porque yo también fui uno de ellos.
Tu carta a Elisa me ha puesto el corazón del revés. Mientras te escribo esto, sonrío y aunque en la distancia, me siento muy unida a tí. Sé que como sociedad tenemos un gran reto. Pero, como tú dices, con palabras que son luz igual que tú: “falta mucho, pero queda poco”
Gracias Claudia, gracias de corazón por ser la esperanza viviente de que un mundo mejor es posible.
Un gran abrazo de quien te recuerda con amor,
Elena (Miss Prosperity)
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Carta de Claudia García Calso ♥️♥️
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